Confundíase en el silencio de la noche la algarabía, el bullicio y la alegría..., hasta que convirtió el agua dulce en vino. Lo que los invitados no sabían era que la primera copa de vino tenía un amargo sabor a traición. El primer milagro fue un envenenamiento de pecadores: esas ánforas escondían en el fondo el polvo de los huesos de Caín.
Por: Rodolfo Isaac Méndez (2025).
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