Con el aún caliente olor de la traición en su corazón, hurgó frenético en las profundidades oscuras del armario de su profanada habitación nupcial. No salió a su encuentro el arma para terminar con aquello; solo una cartulina, manchada con caramelo fosilizado y con amorosos garabatos que decían : «Te amo papi, eres el mejor del mundo». En el acto, sus lágrimas trazaron un mapa existencial decidiendo enrumbarse hacia una nueva oportunidad. ¿Acaso el dolor más profundo lleva a la liberación?
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