Alexis robaba Biblias de sus hermanas de la congregación. No le interesaban los versículos, sino el rastro de las fragancias a jazmín y vainilla que dejaban sus dedos en las manoseadas páginas.
Quería confeccionarse una piel de mujer con hojas de Biblias para asistir al festejo de la Conmemoración sin temor a ser rechazado.
Si el vestido pecaminoso era lo bastante sagrado, hasta los santos salvos hermanos verían solo a una mujer, no el cuerpo que Dios equivocado al nacer le dió.
¿Victoria o autoengaño?
Por: Rodolfo Isaac Méndez (2025).
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