Eclosionó sabiendo que su dulce veneno fermentaría las masas y su sangre fría controlaría la levadura. Luego de arrastrarse por años, vagabunda de la absolución, mudó su escamosa piel por un delantal. Tras aprender a amasar sin brazos sus croissants tomaban la forma de manzanas. ¿Creó Dios un ser que se redimió a sí mismo?
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