Colgada en el agudo ápice de la hoja de maíz, con olor a alegría se balancea la gota de agua, contemplando la danza que dibujan las nubes en el claroscuro cielo.
___ «¡Algún día seré un trozo de algodón en el firmamento!» afirmó en voz alta.
___ «¿Oíste, compadre de hojas mordidas?», le preguntó el gusano cogollero al escarabajo de maíz, quien se apresuró a responder: ___ «¡Ilusa la perla del rocío nocturno!».
Lo que nunca imaginaron fue que los despiadados abrazos del Sol la desgarrarían en mil partículas de olvido, ascendiéndola hasta las nubes. Ya en el cielo, sin memoria de su nombre ni forma, bailó para siempre en el viento. El gusano, royendo raíces, preguntó al escarabajo: «¿Valdrá la pena dejar de ser uno mismo para ser nube en un cielo ajeno?»